martes, 14 de abril de 2015

Programación Fecha 2 + Dedicatoria a Las Arqueras

Progamación  Fecha Nº 2 


Cancha de Universidad del Litoral

14 hs        UNL   vs    Las Flores
15.30 hs   Ciclón vs   Santa Rosa de Lima
17 hs        Unión  vs   Los Canarios

Cancha de El Quilla

14 hs        El Quilla     vs   El Cadi
15.30        Logia          vs   El Pozo
17 hs        Colón          vs    Excursionistas

Cancha de Defensores de Peñaloza

14 hs        La Salle         vs      Huracan (sj)
15.30       Los Juveniles vs      Def. Esperanza

17 hs        Peñaloza       vs       La Perla

INFORMACIÓN: Pagina oficial de Liga Santafesina 

Aprovechamos para saludar en su Día a Las ARQUERAS, GUARDAMETAS, A LAS VOLADORAS DEL EQUIPO ...

El arquero (por Eduardo Galeano)


También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Es un solo. Está condenado a mirar el partido de lejos. Sin moverse de la meta aguarda a solas, entre los tres palos, su fusilamiento. Antes vestía de negro, como el árbitro. Ahora el árbitro ya no está disfrazado de cuervo y el arquero consuela su soledad con fantasías de colores.
Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde, es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna. Hasta el fin de sus días lo perseguirá la maldición.

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